El título de este artículo nos remite a un conocido refrán que refiere la necesidad de cuidar del tallo joven desde el comienzo de su crecimiento, afirmándolo con palos para que no se tuerza y desbastándolo con podas.
Aplicado a los hombres, el adagio viene a relacionarse con la máxima bíblica: «Educa al muchacho en el buen camino: cuando llegue a viejo seguirá por él» (Prov 22, 6).
Una buena formación presupone desde temprana edad cierta disciplina, es decir, una acción propia al discípulo, de manera ordenada, con enfoque y tenacidad. De este modo, el hombre desarrolla métodos de aprendizaje para distintas áreas del conocimiento, las llamadas disciplinas.
En español, disciplina también significa castigo, por lo que se confunde con autoritarismo puro.
El laxismo la rechaza a priori; no obstante, puede ser provechosa en situaciones excepcionales, análogamente a los efectos positivos de una dieta más estricta para la curación de ciertas enfermedades.
La disciplina, sin embargo, sólo es saludable si se alía a la templanza.
El Colégio do Caraça
En el ámbito pedagógico, fue proverbial la fama de «rigidez» del tradicional Colégio do Caraça, fundado en 1820 en la ciudad brasileña de Catas Altas.
De hecho, este internado para niños, dirigido por sacerdotes lazaristas, poseía una rutina reglamentada, compromiso en los estudios clásicos y exigente condicionamiento, pero siempre buscando el equilibrio: «Los alumnos serán formados —demanda el estatuto de 1955— en una disciplina suave y firme que evita, con el mismo cuidado, un rigorismo exagerado y una largueza perjudicial».1
Aun así, los rumores difundían la idea de que el establecimiento de enseñanza era una especie de calabozo para estudiantes díscolos… Nada más falso.
De allí surgieron eminentes figuras de la vida eclesiástica, intelectual, militar y política de todo el país, entre ellos dos presidentes de la República: Alfonso Pena y Arthur Bernardes. Destáquese también que en el período de una observancia disciplinaria mayor, durante la gestión del P. Clavelin entre 1867 y 1885, fue cuando la institución alcanzó igualmente el mayor número de matrículas, entre 300 y 400.
Disciplina y esfuerzo
Se podría objetar que el uso de la disciplina quedó relegado al pasado; inaplicable, por tanto, a la «era del smartphone». No es lo que la experiencia y los estudios académicos han demostrado.
Basta mencionar el caso del brasileño Diego Franco Araújo, de 19 años, que superó la prueba de acceso a la universidad en el primer puesto de 2022 en la Facultad de Medicina de la USP.
El joven cuenta que para aprobar el examen exitosamente aplicó una rutina práctica de estudios, con simulador de ejercicios, disciplina y autoconocimiento, combinándolos con momentos de esparcimiento.
En este ámbito, una investigación de 2005 realizada por Duckworth y Seligman, con ciento cuarenta alumnos de 3.º de Secundaria, detectó que la autodisciplina tenía el doble de importancia que el coeficiente intelectual para el buen rendimiento estudiantil.2
Esto se aplica también al buen desempeño en los deportes. La madre de Rayssa Leal, la medallista olímpica más joven de Brasil, que tenía 13 años cuando ganó el premio, comentó así la conquista de su hija: «El resultado no tiene que ver con la edad; son el esfuerzo y la disciplina los que hacen una campeona».
«La fábrica de cretinos digitales»
Ante la actual avalancha de distracciones, provocada especialmente por dispositivos electrónicos, se requiere aún más el «condimento» de la disciplina. Es lo que concluye el libro La fábrica de cretinos digitales. Los peligros de las pantallas para nuestros hijos, del neurocientífico francés Michel Desmurget.
La obra demuestra, por ejemplo, que el buen rendimiento escolar es inversamente proporcional al tiempo de exposición a las pantallas —del ordenador, del móvil, de la televisión, etc.—, las cuales son cada vez más utilizadas para entretenimiento y menos para trabajos escolares.
El autor cita también un estudio de 2011 que analizó tres estilos de educación parental: permisiva, es decir, sin reglas; autoritaria, con reglas rígidamente impuestas; y persuasiva, con reglas explicadas.
El artículo pone en evidencia que el número de niños susceptibles de asistir a la televisión más de cuatro horas diarias en cada grupo fue respectivamente del 20%, 13% y 7%. En otras palabras, las reglas disciplinarias son más eficaces si se aplican —y explican— con sabiduría.
Desmurget concluye que el consumo lúdico de los dispositivos digitales por parte de las nuevas generaciones no sólo es exagerado, sino que está fuera de control.
Ahora bien, considerando el deficiente rendimiento de los alumnos brasileños, en particular, en los rankings mundiales de educación, la situación puede ser aún más grave
Para que el «arbolito» dé buenos frutos…
Para concluir: ¿Cómo está la situación en su casa? ¿Ha pensado en desconectar un poco los aparatos electrónicos?
Actividades tan humanas como las de conversar, cantar, jugar o leer fluirán automáticamente…
De hecho, así como la planta no necesita únicamente de podas y palos de sustento, sino también de lo que viene de lo alto —el sol y la lluvia—, así al hombre le hace falta, además de disciplina, contemplar las cosas de lo alto —al Altísimo, lo trascendente, los elevados valores de la vida— y menos el brillo opaco de las pantallas digitales.
De esta forma, el «arbolito» no sólo crecerá bien, sino que dará óptimos frutos.