Fue el día 13 de mayo de 1917 que los tres pastorcitos – Lucia, Francisco y Jacinta – vieron por primera vez a Nuestra Señora en Cova de Iría, en Fátima, Portugal. La Santísima Virgen aparecería a ellos cinco veces consecutivas, casi siempre el día 13 del mes, hasta octubre de aquel año.
El mundo estaba sumergido en las incertezas y en el sufrimiento de la Primera Guerra Mundial, que todavía se complicaría al poco tiempo con la irrupción de la llamada gripe española y, mucho peor, con la victoria de la revolución comunista en Rusia.
Al mismo tiempo, la sociedad aceleraba su caída en la rampa de la crisis de la fe y de la moral hasta llegar al punto en que nos encontramos hoy. Nuestra Señora venía a traer palabras de esperanza, un llamado a la conversión y oración por la conversión de los pecadores. Sobre todo, venía a hacer la promesa de una gran victoria:
«Por fin, Mí Inmaculado Corazón triunfará!”.
El 13 de mayo celebramos a Nuestra Señora de Fátima en el 107° aniversario de sus apariciones con dos solemnes eucaristías, en las que primaron la serena piedad y la certeza de que el Inmaculado Corazón de María triunfará.
En la mañana gran cantidad de fieles honraron a la Santísima Virgen en la Parroquia Nuestra Señora del Rosario.
En el horario vespertino correspondía a la parroquia Nuestra Señora de los Ángeles recibir con especial fervor y alegría a la imagen peregrina de Nuestra Señora de Fátima.