Las Doce Promesas del Sagrado Corazón de Jesús

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A propósito de la solemnidad, ¿sabía que en una de las revelaciones que recibió Santa Margarita María Alacoque, Jesús le entregó 12 promesas para los devotos de su Sagrado Corazón?

Todo ocurrió en mayo de 1673. Según escribió la santa, en sus promesas está encerrado el gran misterio del amor de Dios: «Jesús me mostró cómo esta devoción es, por así decirlo, el esfuerzo final de su amor, el último invento de su caridad ilimitada»

La santa también cuenta: «Me hizo ver, que el ardiente deseo que tenía de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición (…) le había hecho formar el designio de manifestar su Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de santificación, y de salvación que contiene, a fin de que cuantos quieran rendirle y procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios».

Las 12 promesas del Sagrado Corazón de Jesús:

  1. Daré a las almas devotas, todas las gracias necesarias para su estado de vida.
  2. Voy a establecer la paz en sus hogares.
  3. Voy a consolarlos en todas sus aflicciones.
  4. Voy a ser refugio seguro en la vida y, sobre todo, en la hora de la muerte.
  5. Voy a conceder abundantes bendiciones, sobre todo a sus empresas temporales y espirituales.
  6. Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.
  7. Las almas tibias se harán fervorosas.
  8. Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección.
  9. Bendeciré a cada lugar en el que se exponga y se venere una imagen de mi Sagrado Corazón.
  10. Daré a los sacerdotes y a todos aquellos que se ocupan de la salvación de las almas, el don de tocar los corazones más endurecidos.
  11. Los que propaguen esta devoción tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, nunca serán borrados.
  12. A los que comulguen el primer viernes de cada mes, durante nueve meses consecutivos, les concederé la gracia de la perseverancia final: no morirán en desgracia mía, ni sin recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquel último momento.

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